No hace mucho, Fran Heras ha abierto nuevo local en el Born, no muy lejos de su cuartel general, el restaurante asturiano LLamber. La taberna que ahora regenta lleva el nombre del típico establecimiento de los pueblos del Principado en los que se servía sidra y comida caliente, pero, también todo aquello que necesitaban los paisanos para su vida cotidiana. Un mundo a medio camino entre el comercio y la restauración que sólo se entiende ya en el medio rural y nos recuerda una época en la que no nos abastecíamos en los centros comerciales.
Por eso, este pequeño rincón que fabla asturiano y catalán ( a Fran le gusta decir que , lejos de su tierra, su cocina se ha mezclado inevitablemente con la de acogida) sorprende ese mostrador de madera, como de tendero, la cantidad de cestos, escobas, herramientas para labrar o cocinar colgados del techo, repartidos por todos los rincones para dar esa sensación de lugar informal y acogedor donde básicamente tomarnos unas sidriñas, un vermut, unas tapas o platillos en las que se mezclan ambas culturas gastronómicas.
El trabajo de reconstrucción es obra de Eva Arbonés. Al igual que en el Llamber, ella lleva la voz cantante del interiorismo. El resto, el éxito del lugar, resulta de la experiencia de Heras y de la adquisición de productos de muy buena calidad de ambas esquinas de la Península : carnes de Cal Tomàs, embotits del Pirineu, quesos que Kike Ojanguren otea por los montañas asturianas, ya sea Gamoneu, el mejor Cabrales, Rey Silo o Afuegal ’pitu, vermuts artesanales ,llamados de garaje, fabricados en Artesa de Segre, pescados y mariscos de lonja y verduras locales y de temporada.
La carta es variada y variable, en función de lo que llegue, más unos básicos de los que ya hemos hablado. La despensa fija y la cocina según mercado, como debe ser. Fran quiere que la gente pueda “fartarse”, que no significa comer hasta reventar, sino hacerlo relajadamente, de una manera informal, entre amigos. Se escoge una vez tomado asiento en taburete y mesa central, o en pequeñas mesas en algún rinconcillo desde donde se aprecia lo que es un chigre en su segunda acepción ( aparatejo para descorchar botellas de sidra).
Nosotros tuvimos ocasión de probar algo de marisco para empezar ( percebes, cañaillas y gamba roja), secallonas del Pirineo con pan y tomate, unos espectaculares mejillones tigre, un empedrat con verdines, atún y bonito, la anchoa sobada a mano en casa, el chuletón de ternera, los tortos de maíz -menos pesados y aceitosos que los que se comen en los pueblos de los Picos de Europa-, un espectacular sardo preparado en las brasas de un josper y una tabla de quesos con un Cabrales reserva acompañado de compota de manzana de los que se recuerda. Pero me llamó la atención la oveja Xalda entre la oferta, el cap i pota, los boquerones... Una concentración poco habitual de grandes joyas gastronómicas en tan pocos metros cuadrados.
Por Inés Butrón Licenciada en filología hispánica por la UB, periodista, escritora y autora de varios libros sobre temas gastronómicos: Ruta gastronómica por Cantabria, Ruta Gastronómica por Andalucía y Ruta Gastronómica por Galicia, Salsa Books, Barcelona 2009. Comer en España, de la subsistencia a la vanguardia. Ed. Península. Madrid 2011"
El Chigre 1769
Carrer dels Sombrerers, 7 – 08003 Barcelona.
Teléfono: 93 274 94 50
Horario: abierto todos los días, desde las 12.00h hasta las 0.00h.
Capacidad: 35-45 personas.
Precio medio: a partir de 20 euros.
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