En esta revista hemos hablado alguna vez de los establecimientos del Grupo Varela: fuimos al Estupendu, en Badalona, y vimos como un antiguo chiringuito se ponía de nuevo en pie para regocijo de los que pasábamos cada día por delante de una cochambre en plena playa de Badalona. Comimos trinxat , huevos rotos y bravas en La Puntual, junto al cartel modernista de Rusiñol, bajo los altos techos de una bodega recuperada, rodeados de latas de excelente calidad, embutidos, chacinas y buenos platillos. Quizás el lector conozca también la Taverna del Born, un lugar dedicado al tapeo desde 1997, o puede que recuerde con nostalgia el restaurante Casa Varela, en la Plaza Molina, embrión y punto de partida de todas estas casas de comida que puso en pie el gallego Manuel Varela en 1969.
A día de hoy, su hijo José Manuel se ha encargado de esparcir por la Ciutat Comtal la misma filosofía simple, y, sin embargo, tan difícil de encontrar en una gran ciudad como esta que presume de desbordante creatividad y exceso de ínfulas culinarias, un modus operandi que heredó de su padre: dar de comer sin más pretensión que la de satisfacer al paladar del cliente y hacerlo sentir como en las antiguas y añoradas “Casas de comida”. Cocinar lo mejor posible con lo mejor posible.
Y es que no hay nada mejor que una tortilla recién hecha ( le llaman la fea porque está medio hacer. ¡La pobre!), una croqueta de marisco, untuosa y crujiente, preparadas a base de unir a la bechamel clásica el jugo de las cabezas de las gambas salteadas y el de unos mejillones , croquetas de las que no conocen el típico “ obrador de croquetas que nos sirven para nosotros”, croquetas sin masificar; unos espárragos “cojonudos”, de realeza para arriba, unas piparras fritas con su chispa de sal gorda, cigalas y gambas sin trampa ni cartón, tartare de los de siempre, cuchillo en ristre para cortarlo menudito, yema por corona y sabor a carne cruda de primera; la ensalada de puerro confitado, delicia suave de la huerta, con su capa de cecina de buey y mahonesa elaborada con parte del aceite de confitado del puerro, macarrones rellenos de carrillera en su jugo ( una excepción a la cocina simple de producto que no pueden quitar de la carta a petición del respetable) , la esqueixada, la ostra, el tomate cuando toca y punto, rapes de piel muy negra, unos garbanzos haciendo chup chup en una olla junto a unos calamares y una col, al estilo de la madre de Varela junior, que lo hacía ya por aquellos años de emigración, baby boom y 600, etc, etc. Todo girando en torno a un producto fetén, todo tan tradicional que diríase que acaba por ser muy moderno.
¿No es esto lo que se sirve en una casa de comidas? ¿No es esto lo que uno imagina cuando tiene hambre y fantasea con una mesa bien puesta? Pues eso es La Xarxa. Una red que te atrapa, de las tripas al corazón.
Por Inés Butrón
La Xarxa
Vía Augusta 115
08015 Barcelona
Cerrado domingo todo el día y lunes hasta las 19 h.
Precio medio sin bebida, 30 euros sin bebida.
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