Desde hace algún tiempo, Barcelona recupera inigualables escenarios artísticos para dar cabida a experiencias gastronómicas. No hace muchos meses tuvimos la oportunidad de visitar el restaurante El Cercle, en las rehabilitadas instalaciones del Reial Centre Artístic de Barcelona. Los comedores hoy ubicados en la biblioteca o la Sala de las Cuatro Estaciones  de este maravilloso multiespacio sirven de marco para ensalzar más, si cabe, encuentros gastronómicos que nunca debieron perder su íntimo contacto con la cultura. Con esta premisa, la de saborear ambos placeres, 1902, Café Modernista propone una oferta de maridaje entre la mejor cocina de producto y el recorrido por las instalaciones de uno de los mejores ejemplos del Modernisme: San Pau, Recinte Modernista.

Para quien no haya paseado nunca por entre los pabellones de esta ciudad hospitalaria en el más amplio sentido de la palabra, hay que advertirles de la sacudida emocional y artística que supone recorrer en silencio pasillos, jardines, túneles y patios creados con la casi única finalidad de recrear belleza para insuflar vida. Esta enorme ciudad dentro de la ciudad, obra de Domènech i Montaner, no es un gran palacio burgués, ni un templo de la música o la oración, lo que dé por sí justificaría el ornato y la profusión estética, pero le restaría parte de su valor y esfuerzo. San Pau  es, sencilla, inusualmente, el recinto de la belleza  per se, desmotivada y desnuda, filantrópica, el testamento de un tal Pere Gil, que en su día fue banquero y en la hora de su muerte, un hombre  sin equipaje. San Pau es la belleza que cura, armoniza, recompone, serena, acoge. Misticismo y simbología en estado puro. Quien haya dado torpes pasos entre pasillos de otras ciudades hospitalarias, huyendo de asépticos fluorescentes, sabrá que, después del rostro humano, nada ofrece más confort que una ventana al sol, un naranjo al alcance o un gigantesco arcángel  que simule pétreo abrazo. Y, puestos a escoger, una  buena cafetería con comida caliente, paisana, sin microondas ni bandejas, pan del bueno, cerdo del nuestro, vino para cardiólogos y visitantes, quesos grasos con D.O, cap-i-potas de los que se desean, tomates rojos  aplastados bajo sal,  aceite que huela a arbequina…. Comida que salve.

Nosotros tuvimos la oportunidad de sentarnos, tras una interesante visita a una parte del recinto recién rehabilitado, a una mesa en la que se sirvió un espléndido esmorzar de forquilla, como últimamente viene siendo frecuente entre muchos restaurantes y cafeterías de la ciudad que han descubierto que no sólo a las 12 comen los americanos. Con todo, habría que insistir: esmorzar de forquilla:  is not brunch!

Quizás habría que recordar, en este punto, antes de relatar los platos, que Café Modernista 1902 pertenece al Grupo Sagardi, lo que para muchos es ya sinónimo de calidad de productos y compromiso por parte de grandes cocineros. Su andadura comenzó en 1996, ligada básicamente a la gastronomía vasca, aunque poco a poco ha ido ampliando el espectro hasta agrupar cocinas tan variopintas como la mexicana de Oaxaca, la cocina del territorio de San Pere de Ribes en La Ostería Contemporánea,  o la gran cocina catalana-rural-carnívora de Oriol Rovira en Pork,  su exuberante oferta de bocadillos en Sagàs. De hecho, los primeros platillos para compartir- en un esmorzar de forquilla los platos se mueven por la mesa siempre- fueron embutidos de cal Rovira con unas cocas de Folgueroles tan bien untadas en pan con tomate y aceite que forman por sí solas un justificante de visita. Acto seguido suelen ser los huevos quienes hagan su entrada triunfal y, en este caso, venían con deliciosas patatas  bien fritas, no muy gruesas,  y jamón  ibérico y finísimo. Suculento donde los haya.

El cap i pota era de los más sabrosos que he comido últimamente, un plato sin complejos, oscuro, poderoso, con pequeños garbanzos y pan de buena miga ( artesano y de harina molida a la piedra, robusto) para ayudar al tenedor. Dos vinos de raza  y puede que algún licor que no probé. A saber, Vino negro Exteita 2013, D.O. Ca. Rioja Alavesa,  y Castell del Remei Gotim Blanc 2013, D.O. Costers del Segre. Para finalizar, unas trufas de buen chocolate negro y café es todo lo que uno necesita para sentir que el día será de provecho o, como mínimo, su inicio.

Si por casualidad el lector no está interesado en estos pantagruélicos almuerzos en los que aún se habla de todo menos de fútbol, tiene a su disposición varias ofertas que maridan visita y diferentes experiencias gastronómicas: vermuts a 10 euros con croquetas de jamón, bombas de la Barceloneta y ensaladilla rusa al estilo más  clásico, comidas más frugales por 14 euros  a base de ensalada césar, huevos estrellados con ibérico, coca de Folgueroles y yogurt casero con frutos rojos o, simplemente, una buena tabla de quesos de vaca, queso y oveja con membrillo de manzana, mermelada de naranjas, tostaditas y un buen cava de Costers de Segre o vino empordanès. Un aperitivo más delicatesen, exquisito y ben triat por un montante de 25 euros.
Una visita, pues, que nos conduce del arte a la  vida por el camino de la cocina.

Restaurante 1902 café Modernista
C/ Sant Antoni María Claret, 167 ( San Pau Recinte Modernista)
08025 Barcelona
Reservas: 902 520 522- 93 170 00 40
reservas@gruposagardi.com

Por Inés Butrón

Licenciada en filología hispánica por la UB, periodista, escritora y autora de varios libros sobre temas gastronómicos: Ruta gastronómica por Cantabria,  Ruta Gastronómica por Andalucía y  Ruta Gastronómica por Galicia, Salsa Books, Barcelona 2009. Comer en España, de la subsistencia  a la vanguardia. Ed. Península. Madrid 2011"