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EL TEMAMACARRONES RELLENOS DE CARRILLERAS, LA RECETA DE LA XARXA, Y EL VINO FINCA GARBET DE PERELADA. POR MIQUEL SEN

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RESTAURANTE YUE LAI

Ronda Sant Pere , 45 · Barcelona

L’Estupendu: la playa, el mono y el arroz [ Ir a LUGARES CONCRETOS ] [ Volver ]
 

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Qué extraña es la sensación de estar en el mismo lugar de siempre y no reconocerlo… Y, sin embargo, alegrarse. El tiempo no siempre empeora las cosas. Lo saben la gente del vino y aquellos que pusieron manos a la obra en las playas de la Barceloneta y las del área metropolitana, lo saben la gente que ha rescatado de la cochambre a este restaurante donde hoy nos sentamos a más de 20º en pleno noviembre.
L’Estupendu tiene un nombre de lo más badalonés, lo que significa que no se encuentra  ni en el Fabra, ni lo acepta la Junta Permanet de Català, pero es un adjetivo de lo más extendido en esta ciudad mitad industrial, mitad marinera, que hoy vive un tanto aletargada, paralizada y, no sé si neta ( limpia), pero  sí sin rumbo. Dispone de una de las playas más bonitas del litoral barcelonés, pero, inexplicablemente, no está en el mapa de los barceloneses del núcleo duro que la consideran “banlieue”. Por otro lado, los turistas sólo la ven pasar desde las ventanillas del tren  de cercanías que les lleva de Plaza Catalunya a Calella y viceversa. Por esta razón, y alguna otra que desconozco,  en las playas de Badalona y las de Montgat, incluso en  las de Masnou, han quedado reductos de civilizaciones playeras de otros tiempos, tales como la única lonja donde cualquiera puede comprar directamente, las casetas de baño y los cuatro chiringuitos que operan por allí en verano  casi como hace 50 años. Al botellón ni se le conoce ni se  le espera.
De esta manera, Badalona y parte de Montgat, con sus barcas varadas en la arena, su  Pont del Petroli y su figura al mono del anís del mismo nombre, han quedado un poco postergadas de la vorágine turística de otras zonas, lo que le concede a la vez encanto virginal, belleza, pero también anquilosamiento económico, ergo gastronómico. La oferta de todo este litoral está, salvo algunos rincones muy decentes que ofrecen cocina marinera digna,  en pañales. La Rambla de las Palmeras rebosa de familias  y bicicletas los domingo y fiestas de guardar, las terrazas sirven cañas y chips de mala calidad, los paseantes ven y se dejan ver y, a última hora, se van con su  pollo a l’ast a otra parte.
En realidad, esta es una historia que conocen muy bien  los responsables de esta apuesta por la renovación gastronómica en el  litoral badalonés: Santi Hoyos, del Bar Ángel y Bar Mudanzas, Joan Carles Ninou, de El Xampanyet y José Varela, gerente del grupo Varela.  Desde hacía tiempo veían, con extrañeza, cómo permanecía cerrado uno de esos locales de primera línea en donde se servían arroces de rancho  y helados Frigo. Le habían echado el ojo porque conocen muy bien la zona y sus posibilidades, pero el local se les resistía por problemas con los anteriores inquilinos. Tras insistir, se hicieron con un espacio que están casi reconstruyendo, dadas las condiciones precarias en que se encontraba. Pero, como no hay mal que por bien no venga, en medio de esta labor casi arqueológica han decidido sacar a la luz los antiguos baños y volver a ponerlos en funcionamiento. La idea es que el cliente del restaurante tenga aparcamiento propio, una caseta a su disposición y unos buenos aseos con ducha para poder comer cómodamente después de la playa. Hay, además espacio disponible para grupos de hasta 50 personas, barra en el exterior abierta hasta las 3 de la mañana, y amplias terrazas acondicionadas para los inviernos suaves de la costa.


La carta tiene su punto fuerte en los arroces, que es lo que pide la playa ( Santi Hoyos dixit), pero hay otros atractivos “estupendus”. En primer lugar, los aperitivos o vermutillos: mejillones en escabeche top Escurris, gazpacheras con anchoas, berberechos salsa casera y unas chips extra gordas Rubio de lo más vicioso. Cualquiera que haya pisado el Xampanyet podrá reconocer aquí las anchoas de la casa, al igual que,  quienes conozcan La Puntual, sabrán que las bravas de aquí y de allí son la misma cosa. En cualquier caso, son clásicos de la oferta bodeguera que siempre funcionan y no podían faltar. Las croquetas de jamón, otro icono de la casa, son, asimismo, altamente recomendables. Las negras de sepia no me impresionaron tanto. Quizás un pelín flojo el trinxat de marisco al que le faltaba algo más de mahonesa y algún simple pico de pan o aperitivo crujiente y salado para acompañar en lugar de estas finísimas tortitas de maíz algo reblandecidas. Las ostras, las prefiero frías, gracias. Los mejillones, buenos, al vapor, sin complicaciones. Me cuentan en la mesa, por cierto, que pronto los tendremos KM0: mejillones de batea en Masnou!
Seguimos con un suquet de pescadors, con bacalao y huevo duro. Plato sencillo, agradecido, que el Chef José David Turón, nacido  y formado en el Delta de l’Ebre conoce bien. No es el más sabroso que he probado porque  a una servidora le  gustan mucho las picadas finales que aquí no estaban, pero me pareció, simplemente, honesto, correcto, casero, sin ínfulas, suave, en la misma línea que el  arroz de verduras y bacalao, que también probamos. Por el contrario, el arroz caldoso de pulpo y galeras es todo potencia, y eso se agradece de vez en cuando. El plato y el procedimiento siguen el mismo patrón de sencillez que los anteriores, pero, en este caso,  el fondo de pescado y marisco donde se han sumergido las galeras y el punto de viveza del pulpo elevan el plato a otra dimensión. En alguna ocasión he probado arroces muy humildes hechos con pulpitos que les dan veinte vueltas a las paellas  de marisco más pretenciosas.
Los postres tenían un encanto especial porque ninguno de ellos pasaba de ser un dulce casero, tradicional, sin pretensiones: el menjar blanc del Delta, el helado al corte, las trufas de chocolate con aceite y sal, la fruta del tiempo. Excepto el helado de chicle que se comió mi compañero, el resto no pretende entrar en una competición de postres de autor, sino dejar un buen sabor de boca después de una comida  que tiene un pie en las bodegas de antaño y otro en las cocinas  del mar. En cualquier caso,  ya sea a  través de  un plato de jamón Maldonado, un pescado a la brasa,  una tortilla con morcilla patatera extremeña o un arroz marinero como manda la tradición,  L’Estupendu pretende llegar a un público amplio con una cocina de reconocida honestidad en sus muchos años de experiencia en la restauración de ciudad y ahora, por qué no, en esta playa de Badalona tan necesitada de gente con arrestos.


L’Estupendu
C/ Eduard Maristany 75
08912 Badalona
Horario de cocina: de 13 a 23 h. Cerrados domingo noche y lunes
En verano el horario se amplía con copas en la terraza jardín
Precio medio carta: 30/35 euros
Telf.: 93384 83 64

Por Inés Butrón

Licenciada en filología hispánica por la UB, periodista, escritora y autora de varios libros sobre temas gastronómicos: Ruta gastronómica por Cantabria,  Ruta Gastronómica por Andalucía y  Ruta Gastronómica por Galicia, Salsa Books, Barcelona 2009. Comer en España, de la subsistencia  a la vanguardia. Ed. Península. Madrid 2011"