Este establecimiento que forma parte del patrimonio arquitectónico de Barcelona, catalogado de interés cultural, esta celebrando su 75 aniversario, una cuenta atrás que nos permite un viaje por las tradiciones culinarias de nuestra ciudad desde un ya lejanísimo 1934. Tres generaciones de Alfonsos y otras tantas de barceloneses han comido dentro del horario infinito de este peculiar bar- restaurante- charcutería de la calle Roger de LLúria. El local está decorado con espejos y rótulos publicitarios de estos primeros años. Mesas y sillas originales, de mimbre, cristales antiguos, murales de principio de siglo y una barra de mármol importantísima, datada en 1934 y que la familia propietaria ha conservado perfectamente, como el resto del local, en las sucesivas puestas al día, son parte de una magia que ha cautivado a todo tipo de visitantes, desde Xavier Cugat y Lola Flores al torero Chamaco, en un tiempo pasado y a famosos muy actuales como el asiduo Joan Manuel Serrat, Carmen Maura, Penélope Cruz, Javier Bardem o el bailador Rafael Amargo. Cito a Amargo en último lugar para resaltar que Casa Alfonso, como este artista, tiene duende, arte, vida propia.
Mis primeros recuerdos de Casa Alfonso se fundamentan en visitas que hacia con mi padre a una barra en la que los montaditos, las cazuelas y el Rioja de Marques de Murrieta eran parte de mi educación gastronomica, un aprendizaje que incluía platos que hoy tienen continuidad, como los filetes de buey con pedigrí asturiano. Ahora, coincidiendo con el 75 aniversario, he vuelto a ocupar mesa en el comedor interior, tras una copa de cava en la soberbia barra de mármol, en la que, dice la tradición, se dieron los primeros bocatas llamados flautas, un nombre que ha recorrido, afianzándose, toda la península.
Ya en la mesa, he seguido con el Torelló Brut, que es un cava propicio a la celebración. Con el he acompañado la primera tapa, una autentica ensaladilla rusa, sin mitificaciones estúpidas. He continuado con los buñuelos de bacalao, muy en su punto de frito, pero que me hubiera gustado encontrar con mayor presencia de bacalao en el tacto. Como en Casa Alfonso las tablas de embutido son una institución, me he apuntado a un surtido de jamón y de lomo de caña, recordando el notable morcón con el que hace años descubrí el variado mundo del iberico. Excelentes embutidos acompañados con coca de pan con tomate. Mientras celebraba los 75, observaba la parroquia numerosísima de Casa Alfonso, una suma entrecruzada de generaciones que saben perfectamente la diferencia entre cocina de diseño y popular, entre platos creativos y otros en los que no se crea, si no se mantiene la cocina característica de las casas de menjar. Alfonso permanece fiel a este ideario, al concepto mediterráneo de bodega, en el que imperan las leyes no escritas de la fraternidad. En la barra o en los dos comedores interiores intercambian sus comentarios y miradas las fuerzas vivas de una ciudad que podría ser prodigiosa y que en un momento determinado coinciden en tener hambre de montaditos, cazuelas de filete de buey al ajillo, de las afamadas croquetas o el bacalao a la llauna con alubias, es decir, según Néstor Luján, a la barcelonina.
Pero vayamos a lo nuestro, como platos de cuchara han sido dos arroces. Tras renunciar al del día, una abundante ración de arroz con pollo, la abundancia, el precio ajustadísimo son normas de la casa y con la presencia en la memoria de unos huevos fritos con jamón iberico, que dejo para otra visita a las diez de la mañana, he pedido el arroz con ceps y parmesano, que ronda los 11 euros y el popular, muy bueno arroz de bacalao y espinacas. Más interesante este ultimo que el primero. Como había dado cuenta del Brut de los Torelló de Can Martí y era cosa de arroces, he pedido un vino económico que siempre da buen resultado, un Rueda, el Martivillí 2008 que con IVA sale por 16 euros. Como índice de una carta de vinos corta, el Marques de Murrieta ya citado está sobre los 27 euros y la jarra de vino de la casa cuesta 8,61 euros.
Tras los arroces, han seguido tres postres, los tres recomendables, muy Alfonsinos: la tarta tatin individual, una coca de Llavaneras muy en su punto y un alfonsito, formula secreta de la manera de entender, tras 75 años, un café irlandés a la barcelonesa. El servicio, eficaz y amable, atiende un local en el que la historia esta retratada en sus muros.
Es aconsejable reservar mesa.
Miquel Sen
Marzo 2010
Calle Roger de Llúria 6
Tel: 93 481 62 77- 93 412 04 60
Horario:
Desde las 8h30 a la 24h ininterrumpido de lunes a miércoles.
De jueves a sábado de 8h30 a 1h
Día de cierre: domingo
Precio aprox 22 euros
Web: http://www.casaalfonso.com
|