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EL TEMAMACARRONES RELLENOS DE CARRILLERAS, LA RECETA DE LA XARXA, Y EL VINO FINCA GARBET DE PERELADA. POR MIQUEL SEN

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A tener en cuenta a lo largo del mes de agosto, si queremos comer con un buen nivel, en un espacio bien diseñado y agradable, con un servicio notable y a unos precios ajustados, dado el entorno.
Chez Cocó plantea una oferta veraniega, en la que, lógicamente, no figuran los platos de la temporada de caza, ni las aves características de la cocina de invierno. Buscando una oferta  más ligera han establecido como platos estrella el pollo de pota blava, la raza catalana y el pollo de pluma roja, característico de Euskadi. El primero es más consistente, mientras que el segundo plantea una melosidad suave. Recomiendo acompañarlo con cava.
También en la sala se han producido cambios. El maître Alfred Romagosa se ha integrado en el proyecto de Fermí Puig, recuperando el tándem de gran nivel que habían formado en Drolma.
Ahora, en Chez Cocó la dirección de la sala corresponde a Cristina Cusí, en compañía de Juliá Duque, al tiempo que el mundo dulce sigue en manos de Marco Leone, con excepción de los aportes que vemos a la entrada, que son de Christian  Escribà.

Como soy un gran aficionado a la cocina de los volátiles, dejo mi crónica anterior para hacer boca.

Miquel Sen


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Probablemente este novísimo  establecimiento marcará una nueva tendencia dentro de las modas culinarias. Para ello cuenta con una estética muy cuidada, algo rebuscada, que podría ser excesiva por el acumulo de objetos diversos, pero que el decorador Lázaro Rosa-Violán ha sabido distribuir con un acierto espectacular, adecuado al gusto del publico que lógicamente será su clientela. No olvidemos que Chez Cocó esta situado en el tramo más elegante de La Diagonal barcelonesa.

Su oferta gastronómica también es novedosa y hasta cierto punto arriesgada. En Chez Cocó han apostado por la rôtisserie, a la francesa y por un horno de asar a la castellana, comandados por Jordi Gotor . Ambos elementos están integrados en el paisaje visual del restaurante a partir de tres grandes asadores los que giran las broches llenas de viandas, con un lujo de novela de Balzac. Un espejo del siglo XIX, que les da peso histórico, más un horno revestido de cerámica pintada a mano, que contribuye al rebuscado y logrado aire evocador, retro, del local. Unas vitrinas, a la manera de los clásicos mostradores, situados a la entrada potencia la decoración gracias a unas tartas de fantasía obra de Patricia Schmidt y Christian Escribà.

La carta de Chez Cocó se fundamenta, lógicamente, en la de una rôtisserie, con la broche como elemento básico. En estos asadores se doran sabiamente pollos de Bresse, pichones de Las Landas, codornices de esta zona del sud ouest francés, criadas en voladeras, notables cannetons de la región de La Vendée, más jarretes, costillas de cerdo y pollos de los llamados tomateros con tres distintas guarniciones. Recordemos que el tomatero, el coquelet francés, es un ave de cuatro semanas, de carne muy tierna, suave. Las tres ofertas de pollo tomatero constituyen el plato único, a 15 euros, una opción muy atractiva si pensamos que con este precio comemos en un local con ambientación y servicio de nivel.

He dejado para otra ocasión el lechazo y el cochinillo de Arévalo, ambos con sus señas de identidad, debido a que la semana anterior realicé una incursión gastronomica en este mundo concreto del arte de asar en El Yantar de la Ribera.  Sabiendo que mi segundo en Chez Cocó seria un ave, una purlada de Bresse, he elegido entre los entrantes, dos referencias “para untar”, el hummus, un muy sabroso puré de garbanzos, entendido a la libanesa, suavemente perfumado, servido con gracia en una mini sauteuse, al igual que la tapenade de aceitunas, cada una acompañada por el pan correspondiente. El mejor el de aceitunas para untarlo de tapenade.

He acompañado los entrantes y la poularda de Bresse con el cava Colet Navazos  extra brut 2008, de complejo gusto, muy especifico. La poularda esta cocinada primero al vacio y luego finalizada a l’ast. Sirven la pechuga y la pata, cada una de ellas con su peculiar textura, más consistente la pechuga, potente, más jugosa, sabrosa y tierna la pata que contiene el “sot-l’y-laisse” alias tonto el que lo deja. Sobre el obispo y este trozo situado en su proximidad existe una amplísima literatura gastronómica a la que un día dedicaré un capitulo. Se acompaña la poularda de un gratin dauphinois y unas salsera con el jugo de cocción del ave.  Degustando este plato he recordado el magnifico libro de recetas que publicó Albin Michel bajo el titulo Colette Gourmande. A la escritora francesa, excelente cocinera y finísima catadora de vinos, le gustaban las aves rôtis y las recetas que imaginaba Jean Cocteau, que ella llevaba a la práctica. Colette llevaba 100 años de adelanto sobre su siglo.

Mis compañeros de mesa me han permitido probar el pichón de Las Landas, al que han cambiado la guarnición de patatas del buffet rissolées  por patatas fritas. Muy buen pichón, esta vez ajustado de punto de cocción, rosado sin ser crudo. En mi próxima visita probaré el canetón asado, una pieza para dos personas que sirven con guarnición de cuscus.

La carta de postres juega, se ajusta, con este concepto de rôtisserie. Además de un breve y bien elegido surtido de quesos, plantea  dulces que evocan un pasado no muy lejano, el de una pastelera clásica que se está recuperando. Nos  tientan con tarta de naranja caramelizada, milhojas de vanilla y café o helados caseros. Doy fe que el milhojas y los helados de leche merengada de delicada elaboración,  están dentro del orden gustativo y estético que define la recién estrenada Chez Cocó. 
La dirección y el servicio, en manos de  Enrique Valentí y Alfred Romagosa, este último uno de los puntales de la sala del desaparecido Drolma, está totalmente integrado en la rôtisserie, lo que implica un trabajo de despiece frente al comensal.

Miquel Sen


Dirección: Diagonal, 465. Barcelona.
Teléfono: 93.444.98.22.
Precio medio (sin vino): 40 euros

web:    http://www.chezcoco.es

 Fotos Miquel Sen