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Hace pocos meses asistimos a la apertura de un nuevo local en la que es, sin duda, una de las calles más atractivas desde el punto de vista de las novedades y tendencias gastronómicas en Barcelona. Es tal la concentración de locales y negocios hoteleros en esta atiborrada calle Aribau, que  casi constituye por sí misma una  interesante ruta gastronómica de Barcelona donde observar y disfrutar de la ajetreada y cambiante vida gastro de la ciudad. Un paseo atento por esta, siempre elegante, izquierda del Eixample, le asegura algún rincón que coincida con sus gustos y, si no sabe por dónde empezar, hoy le ayudamos en su elección con una recomendación.
Para empezar tendrá que llegar hasta el número 113, rozando la Diagonal, lo que viene a decir que estamos en  una de esas zonas burguesas de la capital, de vecinos con posibles,  educados en el ocio gastronómico que tanto gustan de salir a cenar con los amigos los fines de semana. Gentes que conocen bien los santuarios de la buena cocina en la ciudad,  aprecian los buenos productos,  la sorpresa y la expresión  creativa en su justa medida, pero también la comodidad de un lugar, esa mezcla dificilísima entre informalidad y elegancia y, sobre todo, una buena relación calidad-precio. Una plaza nada fácil. Con todo, para estas gentes de ciudad y buenos modales, Malgam resulta, sin duda, una buena opción.  En este acogedor lugar de negra fachada  y decoración de Thomas & Valls desing studio, entre luces tenues y cortinajes de terciopelo, barra o mesa con sofás de cuero, se puede comer una carta de platos y platillos que cada cual degusta a su modo, comparte en pareja o en grupo, disfruta al mediodía o la noche,  convirtiéndose en unas horas en un lugar polivalente con diferentes ambientes de los que gusta tener a mano en cualquier ocasión.
En la ciudad, el día y la noche tienen sus ritmos. También en Malgam que es, ante todo, un restaurante para comensales urbanos, modernos y amantes de los placeres de la buena mesa.  Si llega al mediodía con el tiempo justo podrá comer un menú por menos de 12 euros al que parece que el barrio le ha dado el visto bueno. Comer bien al mediodía es una reivindicación del hombre moderno jamás escuchada por los poderes políticos, aunque algunos de ellos se dejan caer por aquí, habida cuenta que a dos pasos está el triste lugar de los micrófonos entre  floreros. Al caer el sol le llega el turno a los cócteles explosivos o elegantes, la sesión de Dj’s en madrugadas de diversión se reserva para el fin de semana, momento apoteósico para todos los festines, tengan o no a la gula como protagonista.

Pere Tomàs y Jordi Valls lo tenían claro: queremos que la gente pueda comer bien sin sentirse incómodo en un ambiente muy formal, no renunciar a la calidad y, además, no dejarse un dineral en el intento. Para ello han diseñado una carta que incluye tres puntales ganadores: una cocina reconocible, pero con algunos toques propios, innovadores, un  buen producto y una decoración cálida. La suma de esta tríada da como resultado un restaurante al que uno puede acudir en cualquier ocasión que le pille a tiro. Comer  rapidito en taburete una buena ensaladilla con langostinos y un toquecito de fruta de la pasión, más un par de buñuelos de Idiazábal con bacalao  y su tomate concassé ( unos 13 euros, dependiendo de la bebida) . Comer en mesa larga con amigos o colegas de trabajo un menú de 23 euros que incluye las mejores tapas de bravas y calamares que nunca fallan, más las costillas adobadas, el salmón y algún detalle que ahora olvido. Comer en pareja un par de platillos sofisticados  y con chispa de los que nos gusta apreciar entre dos, como el canelón con beixamel trufada, las vieiras asadas con curry suave, o una escalopa de foie con polenta crujiente y cerezas.
En mi caso, paso a relatarles lo escogido en el marco de la comida de una fiesta mayor que no merecía ser eclipsada por nadie, una Mercè celebrada a la expectativa, pero con todo el hambre que estas cosas provocan, más  las ganas de disfrutar, siempre y malgré tout.


Para empezar llegó a la mesa un guacamole que me pareció muy correcto. No hay nada más espantoso que un aguacate metido en una batidora y convertido en potito de un verde inclasificable. Este, en cambio, sólo necesitaba un poco más de lima o limón para ser perfecto. Sobre los langostinos bien cocidos, pequeñas perlas de la fruta de la pasión o maracuyá coronaban el conjunto aportando un poquito de frescor frutal muy agradable. Para que fuera más goloso venía acompañado de unas pequeñas masas fritas muy crujientes y nada aceitosas para ser comidas en sustitución de unos nachos o tortitas mexicanas. Me gustó la idea, aunque no pude preguntar  de qué tipo de masa y cereal estaban hechas.  La ensaladilla estaba bien “amalgamada”, untuosa, de aspecto apetecible con su piparra verde y su bonito en lascas de buen grosor. Recomendable para los fans de esta tapa. Después de calentar motores llegó un ravioli de pato, pera e hinojo que yo encontré delicioso porque la –de nuevo-  “amalgama”  de sabores es muy acertada y el pato me gusta en todas sus posturas, versiones y recetas inimaginables. El rabo de vaca llegó en una versión molde-contemporáneo, muy apetitosa y fácil de comer, pero con un pequeño inconveniente: para compactar la carne de ternera, una vez deshuesada, con su propia gelatina,  cubrirla con un  fondo moreno reducido hasta demi glace  y presentarla con esta bonita forma que aparece en la foto, hace falta frio, lo que significa que ha de llegar a la mesa un poco tibio para que no pierda la forma. No sé si  lo mejor que le puede pasar a  un guiso tan sabroso, de los de toma pan y moja,  es  renunciar a ese calor necesario.  Es una forma de verlo……Los huevos con patatas y sobrasada son la Santísima Trinidad: van juntos y hacen bien su trabajo. Sólo un detalle, para terminar: ¿podrían ser con puntilla en lugar de a la plancha? ¿Con la sobrasada chorreante?  En materia de postres nos dejamos llevar una vez más por la fruta de la pasión en versión cremosa, nada empalagosa, aunque me pareció más lograda la mousse de pistacho, era más intensa.


El vino fue blanco, cómo no. Y chardonnay, y afrutado. Elegante y sofisticado. Nunca agradeceré lo suficiente la paciencia de mis acompañantes que se ven obligados, por caballerosidad,  a dejar de lado sus gustos en materia de tintos. Ni tampoco a Pere Tomàs que eligió esta botella con acertada actitud de concordia. Cómo debería ser.

Inés Butrón

Inés Butrón es licenciada en filología hispánica por la UB, periodista, escritora y autora de varios libros sobre temas gastronómicos: Ruta gastronómica por Cantabria,  Ruta Gastronómica por Andalucía y  Ruta Gastronómica por Galicia, Salsa Books, Barcelona 2009. Comer en España, de la subsistencia  a la vanguardia. Ed. Península. Madrid 2011"

 

Malgam
Aribau 113.Barcelona
Telf: 93 452 36 73
Precio aprox. a la carta 25/30 euros
Menú de mediodía: 12 euros.