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EL TEMAMACARRONES RELLENOS DE CARRILLERAS, LA RECETA DE LA XARXA, Y EL VINO FINCA GARBET DE PERELADA. POR MIQUEL SEN

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CAN BONETA, GRAN COCINA PARA TREINTA PLAZAS [ Ir a RESTAURANTES ] [ Volver ]
 

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Carrer de Balmes, 139 · Barcelona · Telf. 932 18 31 93






Para dirigir un restaurante de dimensiones reducidas es imprescindible una mente capaz de triangular los territorios del gusto entre los fogones. las mesas y las diagonales del servicio. El señor Joan Boneta posee esta virtud, debida sin duda a su anterior actividad como arquitecto. Buen cocinero, gran comensal, sentía la tentación de la gastronomía hasta que cierto día, con la crisis rugiendo, decidió cambiar de medio.


En principio esta actitud suele causarme horror. El cocinero que es un as para sus amigos suele ser un fracaso en cuanto tiene que preparar seis recetas a la vez, perseguido por la voz de ¨oído cocina¨. Consciente del peligro, el futuro chef realizó un curso en una escuela de restauración, aplicando de inmediato la metodología de ejecución indispensable en una obra arquitectónica al nuevo oficio. 


El control de todos los detalles, la compra siguiendo un criterio de excelencia que respete un precio básico le permite elaborar un menú de mediodía a 13€ que puede pasar por uno de los más logrados de Barcelona. Como los escandallos son perfectos, nada se tira ni se pierde. 

En cuanto a la compra, la materia prima está elegida con la precisión válida en un edificio: sino es lo mejor, el resultado culinario ha de dar el nivel de excelencia. 


Por ejemplo, cuando Joan Boneta cocina un bacalao, quizás el morro no sea de un tamaño extra (y de precio superior al menú), pero, una vez cocinado se transforma en un plato de alto nivel. La receta más tradicional, a la ¨llauna¨ es decir a la barcelonina, o con sanfaina son buena muestra. Lo mismo vale con el fricandó, al que aplica una larga cocción mediante las nuevas técnicas culinarias, alias vacío y roner. Un plato de cuchara que causa furor. Todos los acompañamientos, las guarniciones responden a un criterio estricto de temporada con búsqueda obsesiva de kilómetro cero. Ahora, por ejemplo toca puré de calabaza.


Este orden espiritual se refleja en una carta con un arranque poco frecuente: el bikini como tentempié-tapa. Como decía Gómez de la Serna, el pan negro hace mulata a la mantequilla y la trufa marca tonalidades en los bikinis en los que el queso es de pasta blanda o de leche cruda de vaca, en este caso con una cobertura de lomo curado. Buenos inicios mientras llegan las croquetas, las bravas que pican o no, o el hummus de boquerones con aceite de pistacho. En el tiempo en que decimos amén a nuestros primeros, el chef se ha espabilado para preparar platos de gran recorrido. Por ejemplo, el jueves toca paella, con un punto logrado, realizando pequeños formatos a medida que los comensales la piden. Es la antítesis de la paella plaza de toros. El primer afortunado come caliente y el último una derrota de granos.




Otra pirueta le permite ofrecer una culinaria de larga cocción aprovechando técnicas actuales. Perfecta concepción para un fricandó de nivel en oposición al bacalao, acompañado por un cremoso de calabaza. Pura temporada.

Atención doble, o triple merece la personal carta de vinos y los postres, evidentemente de elaboración propia y de variación diaria. Son motivo de gula desenfrenada. 



Si un hombre con una nueva idea es un loco hasta que triunfa, Joan Boneta solo necesitó cuatro meses para hacer dos turnos por servicio en su restaurante minimalista, en el más estricto sentido de la palabra.