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EL TEMAMACARRONES RELLENOS DE CARRILLERAS, LA RECETA DE LA XARXA, Y EL VINO FINCA GARBET DE PERELADA. POR MIQUEL SEN

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Vidriería 12 · Barcelona · Telf. 93 319 24 31

Las tapas se están convirtiendo en un coctel en el que se mezcla la moda y la necesidad. Por una parte dan campo a una imaginación cada vez más  reducida   y por otra permiten ajustar la cuenta, en un momento en el que una inmensa mayoría de ciudadanos tiene que controlar sus gastos. El resultado ha sido la aparición de infinitos locales dedicados al tapeo, a un tapeo de escasa calidad, pensado para el turista y el españolito sin exigencias. En este aluvión de pinchos, tienen un espacio amplísimo las cadenas que gestionan su oferta desde un catering que reparte las pequeñas porciones de comida entre las barras de sus establecimientos. Un bar de tapas que tenga cocina propia y un par de especialidades ya forma parte del recuerdo. Como recordar es importante, queda en la memoria el jamón canario que cocinaban en el bar La Jarra, un local de una fealdad e incomodidad alucinante, pero con una tapa magistral. También lo era el pulpo y la oreja de cerdo del gallego O Piñeiro y los pescaditos que aun se pueden comer, bien fritos, a la catalana, en La Bodega La Plata. Una tapa de sonsos más una ensalada con anchoas y aceitunas arbequinas es una reivindicación del tapeo autentico.

Frente a esta potencia evocadora de la buena tapa y la barra en la que se confraternizaba con el vecino, queda la posibilidad de recuperar algún local que, al no haber caído en el diseño fácil, aun conserva un rincón en el que beber un buen vino mientras se ojea un diario. Recorrer la ruta del tapeo del barrio de la Ribera es, en la Barcelona del 2010, tomar conciencia de que todas las tiendas que le dieron carácter, dando nombre de oficios a sus calles, se han trasmutado en establecimientos de gusto dudoso, en bares de tapas en los que el servicio es un mero repartidor de bocaditos prefabricados. Evidentemente su conocimiento del vino es nulo, resultado de su pertenencia a otras culturas y a la escasa formación que les han dado los managers de la cadena a la que pertenecen.


Dentro de la ruta del tapeo en el barrio de La Ribera, Golfo de Bizkaia ha sido lugar de cita de la cuadrilla. A lo largo de estos últimos años este establecimiento ha conocido distintas direcciones culinarias, no siempre acertadas, pero lo agradable del lugar, su barra de una dimensión humana, ha fidelizado una clientela que ahora sabe que en este Golfo se puede tapear con la oferta del grupo  Irati, propietario de este establecimiento que recuerda otros de clásicos de Euskadi y probar una oferta reducida de carnes y pescados cocinados in situ.

Una de las ventajas de este último cambio en la dirección del Golfo de Bizkaia nos permite beber bien y a buen precio. El tema no es trivial, porque la oferta de tapas y copas de Barcelona puede darnos sorpresas negativas con algún vino de cosechero francamente mal elaborado o alguna sidra que no recuerda el zumo de manzana original. En el Golfo de Bizkaia la sidra es la que elabora Mikel Zapiain, en Astigarraga, el tempranillo de la casa es bueno y por 14 euros podemos tener una botella de rosado de la variedad garnacha, bien construido, el Pagos de Aráiz, elaborado en Olite. Paralelamente la oferta culinaria se fundamenta en los montaditos variados, de los que me gustan especialmente el de chistorra y uno de sardina fileteada, ligeramente macerada, con una punta de cítricos que le da un toque que se escapa al recetario de siempre. Otra versión que plantea el Golfo de Bizkaia nos lleva a una carta breve en la que por 7 euros podemos probar un plato de pimientos de Gernika. Con la típica forma de guindilla, son visualmente diferentes de los pimientos de Padrón. Si como entrantes he tomado el montadito de sardina y las mencionadas guindillas de Ibarra fritas, el plato de cuchara ha sido el bacalao en ajoarriero. Este ajoarriero no estaba, el día de mi visita,  resuelto con la perfección que exige la receta, entre otras cosas porque en la misma cazuela habían añadido un corte de bacalao a la muselina de ajo que distorsionaba el gusto y el concepto.

Los aficionados a la carne deben recordar que esta casa tiene un buen entrecote de buey que acompañan con patatas panadera. Lo probé hace unos meses, con satisfacción. Como vale 14 euros, permite recuperar mi idea inicial de que en esta casa se bebe bien, acompañándolo con un Sierra Cantabria,  un crianza 06 que tiene el perfil tan agradable de los tempranillos elaborados en San Vicente de la Sonsierra. Son 20 euros muy bien pagados, lo que sitúa aperitivos, entrecote y vino a compartir sobre los 22 euros. Tres postres económicos, a 4 euros, arroz con leche, hojaldre de crema y trufas con una punta de aguardiente Sagardoz,  permiten finalizar una comida de clara inspiración vasca.

Miquel Sen
Agosto 2010

Precio aprox.: de tapeo variable según el número de pinchos
A la carta: a partir de 22 euros

Vidrieria 12
Central de reservas: 902 520 522
Web: www.gruposagardi.com