Un rosado que marca estilo
Los rosados provenzales, los vinos que bebía Picasso en Antibes, han adquirido una nueva dimensión a partir de los elaborados por Christian y Jean François Ott. Tras años de esfuerzo, ganando la batalla a las rocas, han conseguido unos rosados complejos, unidos ahora al prestigio de la bodega Louis Roederer.
Parten de tres fincas claramente diferenciadas en las que el Clos Mireille, de suelo rico en equistos marca la finura, mientras que la estructura corresponde a las vendimias del Château Romassan. El suelo calcáreo del Château de Selle completa un ensamblaje de 80% de grenache y 20% mourvèdre. Vendimiado con sumo cuidado, casi grano a grano, un 15% del vino se cría en esferas cerámicas. El resto lo hace en roble. De aroma vegetal, con toques a pulpa de albaricoque y algo de pomelo ha conseguido situarse entre los grandes vinos de Francia.