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EL TEMAMACARRONES RELLENOS DE CARRILLERAS, LA RECETA DE LA XARXA, Y EL VINO FINCA GARBET DE PERELADA. POR MIQUEL SEN

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Las guerras de la patatas [ Ir a EDITORIAL ] [ Volver ]
 

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Desde que se inició la larga serie de batallas que hemos llamado crisis, quedo claro dónde encontraríamos la infantería de los perdedores. El ejército invasor, el capital despiadado, decidió recortar, comenzando por el sector agrario. Evidentemente la tropa del campo español nunca ha tenido líderes con capacidad de movimiento de masas, por lo que era el sector ideal para apretar las tuercas al máximo, sabiendo que el consumidor, entre pagar por el puré de patatas o la tablette  inteligente, elegiría el producto tecnológico.
En estos días se constata el desastre económico de la agricultura española en acciones puntuales que dan por tierra con una cosecha de mandarinas que no vale la pena recoger. La COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) ha publicado los indicadores que muestran la diferencia de precio entre lo que se paga al agricultor y lo que los consumidores pagamos en los mercados. Por ejemplo, las mandarinas que están por los suelos. Los campesinos han cobrado 0,16 euros por kilo. Han perdido 10 céntimos, aunque los consumidores tengamos que pagar 1,93 euros, dicho en números, 11,50 veces el valor de las mandarinas en el campo. Un desajuste, los afectados lo llaman robo, que se extiende a los limones, destroza las lechugas y acaba cruzando los campo de patatas, en los que la diferencia de precio origen-destino es de 1140%. El precio según la organización citada se ha mantenido en 5 céntimos por kilo de patata mientras que los consumidores continuamos pagándola a 0,62 euros kilo. Atención a estos valores de mercado, pues varían plaza a plaza, ciudad a ciudad.
Continuar trabajando en el campo ya no es una heroicidad, sino un suicidio. No pensemos que es un consuelo el descenso del precio del gasóleo. 5 céntimos por kilo de tubérculos  no dan para nada, ni tan siquiera para comprar nuevas variedades de alto rendimiento. Se están acabando las patatas de calidad, sobre las que estoy intentando reunir datos, antes de que sean pura arqueología del gusto. Entre tanto las cuotas lecheras arrasan con las pequeñas explotaciones, en las que se venden las vacas por nada, para disfrute de pillos que compran una carne excelente que si cotiza al alza   en las tiendas delicatesen de Europa. Mal lo tiene un país sin agricultores.
La Industria  Agroalimentaria, tras reducir los payeses al desespero puntual de tirar unas mandarinas ante el ayuntamiento del pueblo, esperando tres segundos de imagen en un telediario, lo ha invadido todo. Incluso el mundo de las ideas gastronómicas, dejándolas en un ridículo recuento de las mejores croquetas, clásicas o modernas.  Si hace poco fue el día mundial de las croquetas, por mi parte prometo que este año será el de las patatas, en honor de los pequeños productores y de aquellos lectores que diferencian y aprecian los ingredientes de calidad. No es nostalgia, sino un destello de sentido común.


Miquel Sen  19 de enero 2015